Como en el paisaje castellano, nada encontrarás de pretencioso en este espacio/blog. Ni siquiera la presunción de acercarnos a la esencia de esa composición/poema japonés que en Occidente conocemos como 'haiku'. Y como todo en la ancha Meseta castellana, está abierto al viento, a la lluvia, a la luz, al alto techo celeste de la noche y a tí.
No sabemos si el poeta es uno de los protagonistas de la escena o un observador externo que mira a los que miran, como en un efecto óptico de espejos enfrentados que produjera infinitas imágenes. El estanque, el agua -que no se nombra pero se percibe-, las espadañas, son elementos básicos en la construcción del haiku japonés. La emoción del poeta parece nacer de su intuición (o el recuerdo) de esa poderosa y emocionante sensación de misterio que envuelve a la curiosidad humana. Amplificando el misterio de la escena: nunca sabremos qué miran los dos niños. Y la curiosidad de unos y la emoción del otro alimentarán la fuerza emotiva de un tercero, el lector.
No sabemos si el poeta es uno de los protagonistas de la escena o un observador externo que mira a los que miran, como en un efecto óptico de espejos enfrentados que produjera infinitas imágenes. El estanque, el agua -que no se nombra pero se percibe-, las espadañas, son elementos básicos en la construcción del haiku japonés. La emoción del poeta parece nacer de su intuición (o el recuerdo) de esa poderosa y emocionante sensación de misterio que envuelve a la curiosidad humana. Amplificando el misterio de la escena: nunca sabremos qué miran los dos niños. Y la curiosidad de unos y la emoción del otro alimentarán la fuerza emotiva de un tercero, el lector.
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